Hoy me he despertado pensando que se acababa el mundo.
Hoy, otra vez, llueve a mares.
Los turistas enfadados porque no pueden bajar a la playa. Mi madre también.
A mi, en cambio, me encanta. Despertarse con el olor a lluvia no es cualquier cosa.
La arena desierta, mojada, fría, etc.
Aparecen los relámpagos, se oyen los truenos. Pero lejos, lejos.
La playa (entera) tiembla. No se ve ni un alma.
Por lo menos un poco de tranquilidad.
¿Qué más se puede pedir? (Tengo ganas de verte... )
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