Levantarse prontito y aprovechar la mañana para estudiar. Desayunar un zumo de naranja recién exprimido. Subir a la terraza a mediodía acompañada de un libro y un gatito. Mirar como el felino disfruta y dejar que el sol te acaricie. Deleitarse con una lectura recién descubierta. Pasar la tarde viendo clásicos del cine español o tirada en la cama escuchando música sin más preocupaciones, descubriendo nuevos significados ocultos entre esas líneas. Aprender que los libros de la universidad pueden llegar a ser interesantes. Leer las secciones no escabrosas del periódico del domingo y blogs y tuits de alguien interesante. Saber que leer cura más que cualquier pastilla.
Escuchando
domingo, 27 de febrero de 2011
Domingos...
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martes, 22 de febrero de 2011
Ausencias psicológicas
Subida de las temperaturas en febrero, 22º a las siete de la tarde. Cambios meteorológicos bruscos. Salir de casa pensando que hace frío porque parece que los árboles van a salir volando del viento que hace, pero no. Abres la puerta, por fin después del interrogatorio de la vecina del 3º, y te topas con un calor que no cuadra con esta época del año (al menos para mi). Y ahí está, acechando tras la esquina, el causante número uno de costipados, toses y demás mucosidades. Y otra vez, por enésima vez ya, me ha atrapado.
Por eso ahora se acumulan también los pañuelos (los nuevos y los usados) junto a la montaña creciente de apuntes (en limpio y para pasar), la bibliografía (siempre incompleta) de la facultad, los libros y el ordenador. Y esa incapacidad de mantener una conversación con sentido, sin recurrir a las condiciones meterológicas como si de se tratase de una conversación del ascensor. La ausencia de sentimientos por tu parte me duele. Pero todavía me duele más la carencia de palabras por mi parte, y la profusión de pensamientos autodestrucivos (¿o era al revés?) y generadores de dependencia.
Y mientras tanto el mundo está como está.
Por eso ahora se acumulan también los pañuelos (los nuevos y los usados) junto a la montaña creciente de apuntes (en limpio y para pasar), la bibliografía (siempre incompleta) de la facultad, los libros y el ordenador. Y esa incapacidad de mantener una conversación con sentido, sin recurrir a las condiciones meterológicas como si de se tratase de una conversación del ascensor. La ausencia de sentimientos por tu parte me duele. Pero todavía me duele más la carencia de palabras por mi parte, y la profusión de pensamientos autodestrucivos (¿o era al revés?) y generadores de dependencia.
Y mientras tanto el mundo está como está.
jueves, 3 de febrero de 2011
martes, 1 de febrero de 2011
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