martes, 4 de enero de 2011

Algunas novelas consiguen atraparme casi literalmente. Me enganchan hasta el punto de no poder hacer nada hasta que se terminan. Durante unos días todo en mi mente gira alrededor de la historia (hasta en mis pesadillas aparecen a veces).

Como con cualquier cosa que disfrutas de verdad, lo único que no quieres es que llegue el final. Ese momento en que de repente las hojas escritas dejan paso a hojas en blanco y no queda más remedio que despedirse de los personajes.
A veces estoy tan sumergida en ellos que parecen más reales que la propia realidad. Deseo que esas aventuras tan fantásticas (y muchas veces tan terribles) no se queden sólo entre esas líneas escritas. Y es entonces cuando levantas la vista del libro y la realidad sigue ahí, tan irreal como la propia fantasía.

Acabar un libro me deja una sensación extraña, como de soledad y, sin embargo, sobre todo la sensación de que a partir de ese preciso momento los personajes y la historia son como unos viejos amigos que siempre están ahí.

2 comentarios:

Mauricio Milano dijo...

Un libro puede ser tu mejor amigo.

joma dijo...

Con la última parte me he sentido identificado.

He copiado esa parte en mi blog citando este y aclarando que es tuya, espero que no te moleste, si te molesta borro la entrada.

http://www.enelrefugio.blogspot.com/

Cuídate.